OTRO PRETENDIENTE
Espero con ansias los días sábado, los domingos, aunque sé que no se fija en mí. Pero yo cuento los días, y cuando llega, mi corazón late más fuerte, los nervios no me dejan tranquilo, me olvido del frío que paso acá, de la indolencia de la gente que pasa por el lado sin siquiera mirarme, todo eso pasa a segundo plano cuando la veo llegar, casi siempre con su hija... después espero los entretiempos para verla fumar, conversar, con sus ojos verdes de mirada profunda. Pocas veces la he visto mirarme, y las veces que lo ha hecho no ha sido precisamente a mis ojos, pero yo sí la miro, de pies a cabeza, todo el rato... me han contado que es amor, eso de las pulsaciones más rápidas, la transpiración helada, la ansiedad... me gusta ese estado, pero lo vivo dos veces cada quince días, muy poco. Pero me conformo, me gusta sentir esos pocos momentos de alegría, aunque sean días, meses, años de soledad, me doy por pagado...
Por eso, cuando supe que se recibían curriculums me alegré por un lado y me dio pena por otro. Me alegré por que vi la luz al final del túnel, la esperanza, una posibilidad de convertirme en ser humano. Según cuenta la leyenda, volveré a ser de carne y hueso cuando reciba un beso de amor verdadero. Y me dio pena porque nunca me ha mirado, nunca se ha fijado que existo. Además, como le hago hacerle llegar lo que pasa por mi corazón, si ni siquiera puedo hablar. Pero los Dioses me ayudaron y mandaron un emisario que ahora le debe estar contando a mi "Venus" todo lo que siento por ella.
No pido mucho, solo una mirada, que esos momentos en que pasas junto a mí, te detengas y me mires. Nada más. El resto lo hará el destino.