Sensibilidad

Es legítimo buscar afecto y comprensión. Pero muchas veces no encontramos a ese alguien que muestre interés por nuestras necesidades. La sensibilidad nos permite descubrir en los demás a ese "otro yo" que piensa, siente y requiere de nuestra ayuda. No pensemos en simples emociones que se manifiestan con risas o llantos eufóricos y tal vez "sintiendo" pena o disgusto por todo.
Ser sensible va más allá de un estado de ánimo: es permanecer alerta ante todo lo que ocurre a nuestro alrededor. No es signo de debilidad. La sensibilidad es interés, preocupación, colaboración y entrega generosa.
A veces preferimos aparentar ser duros para no involucrarnos en cosas que calificamos como fuera de nuestro interés. Las penas ajenas nos resultan incómodas. Pensamos que cada uno tiene sus propios problemas, sin preocuparse de los ajenos. Pero peor que el odio es la INDIFERENCIA.
Puede resultar raro, pero en cierto modo somos insensibles con nosotros mismos, pues normalmenteno nos damos cuenta el rumbo que damos a nuestras vidas: pensamos poco en cambiar hábitos para nuestro bien; casi nunca nos proponemos mejoras personales; nos quejamos de lo que no tenemos y no nos fijamos metas a corto plazo; fácilmente nos dejamos llevar por lo que nos rodea; trabajamos sin orden y desmedidamente cuando nos atrasamos. Muchas veces nos limitamos a conocer el nombre de las personas y sin importar que sucede en su entorno, los criticamos o descalificamos.
Ser sensibles a la realidad ajena nos lleva a ser más humanos, realistas y comprensivos.
Despertar la sensibilidad nos abre los ojos a la realidad y sus múltiples ramas. Con sentido común y espíritu cristiano (para los que creen), podemos hacer frente a todo tipo de inconvenientes, con la seguridad de hacer el bien poniendo todas nuestras capacidades y sentidos al servicio de los demás.